Santísimo Cristo de la Corona

La Imagen del Santísimo Cristo de la Corona es una talla anónima, en madera policromada, datada aproximadamente en el último cuarto del Siglo XVI. Por tanto, estamos ante una de las imágenes más antiguas de nuestra ciudad, siendo el nazareno que de cuantos procesionan por nuestra ciudad de mayor antigüedad. De rasgos manieristas, es una imagen de talla completa cuya actitud itinerante se acusa mediante una amplia zancada, puesta en valor mediante una túnica de abundante plegado, anudada a la cintura por una ruda soga; la cruz arbórea reposa sobre el hombro derecho, por lo que su cabeza se gira hacia la izquierda, ofreciéndonos un rostro doliente de idealizada belleza.
Santísimo Cristo de la Corona
(foto: Jose A. de la Orden)
Ya en 1677 Diego Ortiz de Zúñiga le dedica unas líneas ( “[...] la primera de la banda diestra tiene una milagrosa efigie de Christo con la cruz a cuestas, de mucha antigüedad y devoción, que se trasladó de otra del Sagrario antiguo [...]” ) en sus Anales Eclesiásticos y Seculares.
El historiador Jesús Palomero Páramo señala en el Catálogo de la exposición Magna Hispalensis (Sevilla, 1992) que “Iconográficamente ilustra un tema pasionista muy querido en el arte sevillano, el de Jesús abrazando al palo vertical de la cruz, y preludia las creaciones barrocas de la familia Ocampo”.
En la publicación El Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla (Emilio Gómez Piñol y Mª Isabel Gómez González) indican que es una “escultura de gran interés es el Cristo con la cruz «al revés», es decir el palo largo, el que se clavaba verticalmente, dirigido hacia delante y el horizontal, el «patibulum», hacia las  espaldas de Cristo. Siempre se ha ponderado la «mucha antigüedad» de la imagen refiriéndose en todos los casos al siglo XVI. Nos parece, en principio, una datación apropiada si tenemos en cuenta que la escena del Camino del Cal­vario con la cruz invertida figura en varios retablos sevillanos del XVI (conventos de Santa Ana y de Santa María de Jesús) y, en realidad, procede de grabados de los cuales se ha ex­traído al Nazareno de la abigarrada comitiva que por la calle de la Amargura caminaba hacia el Calvario. Es una antigua devoción medieval la específicamente dirigida a la corona de espinas. El Cristo de la Corona parece reproducir rasgos formales arcaicos: el anguloso plegado de la túnica, que claramente evoca rígidos linealismos medievales, conjugados con una renovada concepción anatómica; los grafismos de las telas dejan adivinar un cuerpo bien articulado y una hermosa cabeza de nobles y regularizadas facciones descubren la pre­sencia de claros ingredientes de la estética renacentista.”